Publicado en
Pro y Contra en la columna MANGUARE
Estoy tratando de entender como es que un libro, “Las mujeres de Haya”, de María Luz Díaz, escrito para sacar a luz la historia escondida, negada por las verdades oficiales de mujeres capaces de sacrificar sus años, por un hombre y una causa; libro que, como dice Enrique Planas en el prólogo “…demuestra cómo los corazones del líder y del universo aprista han estado llenos de mujeres, y como sus voces, ya gritos o murmullos resuenan hasta hoy”.
No sé si clasificar el texto aludido como feminista, empero sin duda demuestra la trascendencia vital de las mujeres en la formación del APRA, y en su visión ideológica, desde “Aves sin Nido”, la rebelde obra de Clorinda Matto de Turner, que Zoila Victoria, la madre de Víctor Raúl leía apasionada, y que la convirtió en cómplice del niño Víctor Raúl, quien a los 6 años, decidió abrir una escuela en su casa, para enseñar a leer a los sirvientes de la aristocrática familia trujillana.
También en su organización -más tarde- existen historias de sacrificios, de entregas sin mezquindades por la revolución, por la justicia social; también por Víctor Raúl, por el líder, el Jefe. En realidad pese a la belleza de la obra, al esfuerzo imaginativo y hasta científico para recrear los personajes, para otear la verdad histórica, sigue siendo un libro incompleto, pues en verdad hay otras miles de historias anónimas de mujeres caídas cuando las balas asesinas de los dictadores mordían sus pechos, o de aquellas que estoicamente tenían que sostener a la familia, porque el padre estaba en prisión; es el caso de la compañera Nita Pérez, la madre de Alan García, o de aquellas otras, de las que desconocemos sus nombres, como la campesina, esposa del compañero Dejo, que había perdido a su hijo en la revolución de Trujillo, y al encontrar a Haya en el cementerio rindiendo homenaje a los caídos, después de salir de prisión, se acercó a él con un niño en los brazos y le dijo: “Uno de mis hijos ha muerto combatiendo, pero aquí tengo otro hijo, para seguir luchado por la justicia social, por el APRA”, escena relatada por Guillermo Thorndike, en “El año de la barbarie, Perú 1932”.
Como se puede ver, a través del relato de un hecho anecdótico, de un conflicto de faldas entre el compañero “Niño lindo” y el “Búfalo” Barreto, líder obrero y conductor de la revolución de Trujillo, ocurrido en 1932, anécdota que en la propia obra de María Luz, no tiene más que una presencia marginal, y que más bien demuestra la dimensión humana de cualquier obra trascendente, pueda servir para relacionarla con la conducta de dos fascinerosos actuales, Quimper y León, “para entender los acontecimientos actuales”, o para concluir alegremente que “la historia del APRA es una historia de traiciones”.
Afirmar eso es como decir, que todos los curas son pedófilos, porque alguno lo es, o decir que todos los habitantes de Belén son delincuentes, porque alguno fue a prisión. Es el silogismo al revés, de un caso particular generalizar los conceptos a un colectivo.
La historia del cristianismo está marcada por la vida de Jesús, no de Judas. La historia del aprismo es su grandeza.
Mas si hablamos en términos religiosos, los apristas también hemos tenido, a nuestros Pablos, es decir nuestros perseguidores, que se convirtieron al aprismo, de esos hablaremos otro día. Ya que Jaime ha empezado a leer algo de historia aprista, aquí algunos libros que le recomiendo leer, “El Indoamericano”, “Víctor Raúl”, de Cossio del Pomar, “Historia del APRA” de Percy Murillo o “Haya de la Torre o el político”, “Haya de la Torre y el APRA”, “Apuntes para una Biografía del APRA” de Luis Alberto Sánchez, algunos de ellos le puedo prestar para reducir el margen de errores en sus apreciaciones.