Publicado en Pro y Contra en la columna MANGUARE
Recién acabo de leer el articulo de César Hildebrandt, “Que en paz descanse el Apra”, publicado el 20 de Enero en “La Primera”, diario semi clandestino, por voluntad de los lectores, solo porque un compañero curioso me lo envió a mi correo electrónico. Da vergüenza ajena, por su puesto, el lugar en el que ha terminado César: de plañidera hipócrita a lado de Sánchez Cerro, al costado de Odría y Esparza Zañartu, de confalón de Fujimori, y de tanto autócrata. No señor Hildebrandt, no dice Ud. nada nuevo, esa cantaleta de que el APRA ya murió, lo escuchamos hace más de 70 años, y bien muertos están sus pregoneros. Hemos visto pasar sus cadáveres. Pobrecito César; a eso lo ha reducido su intolerancia revestida de independencia, su temperamento bilioso disfrazado de valentía (ver, “El Enano” de Fernando Ampuero).
El legendario Armando Villanueva ha dicho que el APRA está en crisis, ¿Y qué partido político en el Perú no lo está?; si es que existe alguno, aparte del APRA. Pero lo nuestro es crisis de crecimiento, no de muerte, es el preludio del nacimiento de algo nuevo. Por eso Armando no sólo diagnostica, hace un llamado público a los apristas, a continuar un proceso de renovación ideológica, programática y orgánica.
El mundo esta al amanecer de una sociedad distinta, los paradigmas políticos y económicos, que nos permitieron entenderlo hasta ahora, están en crisis, asistimos al nacimiento de la sociedad de la Información y el conocimiento. La tecnología se renueva a una velocidad insospechada. La información y la transmisión de la data en tiempo real rompe fronteras, disminuye soberanías; la internet, la televisión satelital, el teléfono celular, hacen cada vez más difícil que el estado o cualquier organización monopolice la información, y cada persona debe procesar directamente, sin intermediarios millones de datos, lo que fomenta el individualismo y el desconcierto. La Globalización reduce las fronteras, avanzan las informaciones, las inversiones y la diversidad de los productos. El APRA, partido popular, con una ideología sustentada en la ciencia y en permanente acercamiento a la realidad, debe dar respuesta ideológica, programática y organizativa a esta nueva realidad, desde la Izquierda democrática.
Esa labor requiere entrega física, fortaleza moral y honestidad intelectual. Requisitos que el aprismo tiene de sobra. Es comprensible que no lo entienda quien ha deambulado desde la izquierda casi extrema, hasta posiciones de derecha, y no sabe lo que es disfrutar los triunfos o sufrir los sin sabores de un colectivo partidario. Peor aún cuando el franco tirador, se cree aduana de lo bueno, lo malo y lo feo.
Dice Hildebrandt: “Como partido personalizado y caudillista…al APRA le espera el destino de todos los movimientos con apellido: morir lentamente, cumplir con el ciclo biológico de su propietario.”¿Qué es esto? ¿Alzheimer? Víctor Raúl murió hace 30 años, y después de eso el APRA ha llegado dos veces al poder y sigue siendo el partido más grande y popular del Perú. Si ha sobrevivido a la muerte de su fundador y Jefe ¿qué hace pensar que no sobrevivirá a la muerte de cualquiera de sus líderes?
En fin, hay que entender, al que esgrimiendo falsas virginidades políticas, no es sino tan solo un esclavo de su alma pequeña.
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